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LIPOATROFIA SEMICIRCULAR: Síndrome del Edificio Enfermo en la ciudad Telefónica.

Domingo 5 de abril de 2009 · 4301 lecturas

Síndrome del Edificio Enfermo en la ciudad Telefónica.
Publicado el 4 Abril 2009 por Miguel Jara
A principios del 2007 una enfermedad prácticamente desconocida afectó a numerosos trabajadores de varios edificios catalanes: la lipoatrofia semicircular. Resulta que a cientos de ellos les aparecieron unas marcas redondas -sobre todo en la parte frontal de los muslos- que luego se constató estaban provocadas por las radiaciones electromagnéticas que sufrían en sus puestos de trabajo. Hablamos de una patología cuyos síntomas suelen remitir cuando el afectado se aleja del foco de irradiación pero demuestra más allá de cualquier duda la peligrosidad de las radiaciones electromagnéticas. Bueno, pues no es más que la punta del iceberg de los problemas que provocan muchos de los modernos edificios de oficinas y que están agrupados bajo la desconocida denominación de Síndrome del Edificio Enfermo.

El Distrito C es una ciudad de edificios supuestamente inteligentes pero a 12 de febrero del 2009 -fecha en que se celebró el pleno del Comité Provincial de Seguridad y Salud de Madrid- se habían confirmado 27 casos de lipoatrofia según reconocería Isabel Sanz, jefa de los servicios médicos de Telefónica en dicha reunión. Y nosotros pudimos hablar con una de las personas afectadas -que nos pidió mantenerse en el anonimato por temor a posibles represalias-, alguien que acababa de comenzar a trabajar como administrativa en uno de los edificios de Telefónica cuando le apareció la lipoatrofia semicircular en el muslo derecho. “En otońo de 2007 -nos diría- el médico de la mutua de la compańía, Fernando Pedro Macho, me reconoció verbalmente que era lipoatrofia. Y en noviembre me aplicó el protocolo en estos casos: análisis, mediciones en la pierna (la lesión, para ser considerada lipoatrofia, debe tener más de dos centímetros de grosor) y demás. Pero el caso lo incluyó en el reconocimiento médico anual que además es voluntario y no me correspondía hacer en ese momento”. Pues bien, el diagnóstico del mencionado galeno -al que hemos tenido acceso- ofrece un rodeo dialéctico que evita pronunciar “lipoatrofia semicircular”: “Lesión en cara anterolateral del muslo derecho”. Agregaremos que como la empresa comunica siempre los accidentes laborales el sindicato Alternativa Sindical de Trabajadores (AST) nos confirmaría que esta trabajadora aparece en el listado de casos.

Luego supimos que la lipoatrofia se considera un accidente laboral sin derecho a baja y, por consiguiente, esta persona se vio obligada a continuar trabajando. “Tenía una especie de hondonada en el muslo, como si hubiera desaparecido la grasa y disminuido la masa muscular -nos diría-. Notaba como una presión sobre la pierna. Es difícil de explicar si no se ha sentido. Es como una tensión sobre la zona afectada que no se ve pero notas como una energía molesta. En ese periodo me encontraba muy cansada. Sentía dolor y pesadez en las piernas, palpitaciones e insomnio. Todo ese estrés me provocó un estado continuo de ansiedad. Es muy difícil concentrarse en trabajar en esas condiciones. Antes de la baja tuve que ir al ambulatorio porque me dio una taquicardia bastante fuerte. Consulté a diferentes médicos y uno de ellos, el doctor Bernal, llegó a decirme que lo que tenía no era una simple lesión y que saliera lo antes posible de mi puesto de trabajo. Para mí fue una preocupación más”. En suma, un parte médico esquivó esa vez su sufrimiento: Baja laboral por crisis de ansiedad. Cuatro meses en dique seco. “Afortunadamente a las pocas semanas de estar en mi casa -nos reconocería- las marcas de la lipoatrofia desaparecieron”.

Tras la primera aparición de casos de lipoatrofia Telefónica instalaría en algunos despachos -no en todos- una toma de tierra para derivar al suelo las posibles cargas electroestáticas. Y se preocupó de mejorar el nivel de humedad del ambiente. Un día cualquiera está a 42,5% de humedad y 23 C de temperatura. Lo normal. “Pero los niveles de humedad en el Distrito C no se han corregido del todo ni mucho menos, y de hecho, en el último informe médico se indica que el ambite laboral es muy seco’”, según AST. Eso sí, como en tantos edificios considerados “enfermos” la estructura del edificio es metálica y “conecta” por ello con el interior. Enormes ventanales conforman el “muro exterior” y eso podría traducirse en una buena iluminación natural pero lo cierto es que las luces, fluorescentes, suelen permanecer encendidas de forma continua. Lámparas que vibran a una velocidad que no percibe el ojo pero que hace que estar bajo ellas durante horas de lugar a dolores de cabeza. El aire en esos edificios es asimismo artificial pues no hay ventilación natural. El piso es de plástico y las pinturas de las paredes están fabricadas con productos que pueden ser tóxicos. Y por si todo ello no bastara una buena flota de trabajadoras de la limpieza recorre a diario con sus carros multicolores las distintas plantas de los diferentes bloques de oficinas utilizando sus aerosoles de productos tóxicos.

Por lo que se refiere al grado de contaminación electromagnética que pueda haber es difícil saberlo porque la empresa no ha comunicado esos datos a los responsables sindicales pero hoy todo el Distrito C está cubierto por una invisible red de ondas emitidas por los WiFi. A lo que hay que sumar que prácticamente cada empleado porta un teléfono móvil. Por otra parte, los campos electromagnéticos que se forman alrededor del numeroso cableado existente son sin duda intensos porque cada planta -diáfana- posee numerosas filas de puestos de trabajo conectados y la potencia energética para abastecer tantos equipos tiene que ser alta.

Bueno, pues el de Telefónica no es más que uno de los muchos casos existentes en Espańa, la mayor parte de los cuales no han salido a la luz pública. Nosotros tuvimos ocasión de recoger el testimonio de varias trabajadoras más de ese conjunto de oficinas que padecen lipoatrofia -en estos casos diagnosticados por los servicios médicos de la empresa- y los síntomas son similares en todos los casos. Y no crea el lector que se trata de unos cuantos solo... En el Distrito C trabajan 14.000 trabajadores.

En el departamento de Prensa nos intentaron “tranquilizar”: “Hace dos ańos -nos dirían- hubo efectivamente algunos casos de lipoatrofia semicircular pero se aplicaron las medidas oportunas y ya no los hay”. Les respondimos entonces que nos constaba que al menos había 27 casos confirmados hoy y que sabíamos de trabajadores que pueden tener la enfermedad pero no lo hacen público. Insistimos por ello en conocer la situación real y quedaron en facilitarnos los datos más recientes. Sin éxito. Al cierre de este número -mediados de marzo- se nos dijo que “aún estaban reuniendo la documentación”. Asimismo contactamos en cuatro ocasiones con Isabel Sanz, jefa de los servicios médicos de Telefónica y con su ayudante, Lola Corella, pero tampoco conseguimos su versión; primero afirmaron estar dispuestas a atendernos y cuando iban a cumplirse dos semanas desde la primera llamada telefónica, Sanz nos derivaría a la dirección de Prevención de la compańía. Una manera de comunicarse muy poco comunicativa para tratarse de la que pretende ser una empresa puntera en servicios de comunicaciones.

Más info: este texto es parte de un extenso reportaje que he publicado en la revista mensual Discovery DSalud de este mes de abril.

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