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Asociación Vallisoletana de Afectad@s por las Antenas de Telecomunicaciones - AVAATE

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SAN SEBASTIÁN: Un hogar blindado. " Primero fue el insomnio. Luego aparecieron los dolores de cabeza y la sensación de estar siempre cansados".

Domingo 7 de junio de 2009 · 1387 lecturas

Un hogar blindado
Una familia ha logrado reducir hasta un 90% la radiación de una antena próxima a su casa con paneles de grafito

Un medidor de radiaciones frente a un repetidor.Primero fue el insomnio. Luego aparecieron los dolores de cabeza y la sensación de estar siempre cansados. A la familia nunca se le había pasado por la cabeza que aquella antena que habían montado en la azotea del edificio de enfrente tuviese algo que ver con el malestar físico que habían comenzado a sentir. Empecé a tener jaquecas y los médicos no me encontraban nada, cuenta la madre. Fui al oftalmólogo, al neurólogo y nadie me daba una explicación. Un día conocimos a un ingeniero que nos preguntó si vivíamos cerca de alguna fuente de radiación y de repente se nos encendió la luz.
La antena está a menos de quince metros de la vivienda, un sexto piso del barrio donostiarra de Gros. Basta con alzar la vista desde la ventana del salón para tropezarse con ella. Es una instalación que intimida, dotada de tres paneles que contienen en su interior un total de doce antenas de telefonía móvil. La primera que montaron, hace ya once ańos, era unidireccional y tenía mucha menos potencia, explica el padre de la familia, que prefiere no ser identificada.
En la azotea del edificio, el medidor de radiaciones empieza a chisporrotear y los números bailan en la pantalla. La comunidad adquirió el artilugio para determinar el grado de afección que había en cada vivienda aunque algunos vecinos renunciaron a la medición. Muchos de los que iban a las reuniones informativas se ponían malos en cuanto empezaban a enterarse de las afecciones que causan las ondas y preferían no saber ni las radiaciones que hay en sus casas. La alarma que suscitó la aparición de varios casos de graves dolencias en la comunidad y el malestar físico de muchos de los vecinos hicieron que la comunidad decidiese plantar cara a la operadora que había instalado la antena. Tras una interminable sucesión de pleitos, recursos y disputas jurídicas, los vecinos lograron que la antena fuese desmantelada en 2006. Pero apenas tuvieron tiempo de saborear el dulzor de la victoria, ya que a los tres meses una apelación de la operadora hizo que la instalación volviese a ser puesta en pie.
Lejos de arrojar la toalla, la familia que protagoniza esta historia decidió ensayar otra estrategia para minimizar las radiaciones. Contactó con ingenieros y especialistas en campos electromagnéticos y diseńó un sistema de autoprotección basado en el efecto absorbente del grafito. Pintamos los techos de las habitaciones más expuestas con pintura mezclada con grafito y recubrimos las paredes con paneles del mismo material.
El blindaje se ha revelado eficaz -la radiación en el interior de la casa ha descendido un 90%- aunque todavía insuficiente. De hecho, la pareja sigue trasladándose a dormir a una habitación del interior de la casa. En nuestro dormitorio, que está enfrente de la antena, la carga electromagnética está 150 veces por encima de lo recomendado por el Parlamento Europeo a pesar del aislamiento del grafito, dice el padre de la familia sin perder de vista la pantalla del medidor, donde las cifras siguen parpadeando al compás de las ondas invisibles que llegan de las antenas.

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