INFORME DE INVESTIGADORES CANADIENSES SOBRE EL USO Y ABUSO DEL TELEFONO MOVIL Alertan sobre los riesgos de estar siempre disponibles en el celular. Los especialistas hablan de adicción a la tecnología y, como consecuencia, de cierto síndrome de abstinencia. Dicen que convierte en "esclavos" a quienes no pueden separar las fronteras entre lo personal y lo laboral. Por: Fernando Soriano-Pilar Ferreyra
MALOS HABITOS. HABLAR MIENTRAS SE MANEJA ES, ADEMAS DE UNA INFRACCION, UNA INSTANTANEA DEL "NO PODER PARAR".
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Un hombre y una mujer cenan encantados, se miran con la profundidad de los enamorados en un ambiente silencioso, apenas tornado por la lumbre de un par de velas. Hablan bajo y en ese susurro se confiesan los pensamientos más bellos. En el momento oportuno, ella estira uno de sus brazos, con la pretensión de apretar la mano de él, como un acto de sumisión y amor. Pero mientras acerca su mano a la de su compańero un chillido estalla entre ambos, como si se ahuecara el espacio que los une -o los separa-. "Disculpame, mirá si es urgente", se defiende él, mientras torpemente saca de su bolsillo el teléfono celular, lo abre y agacha la cabeza para preguntar con alivio quién está del otro lado. Ella sólo mira.
La adicción a la tecnología, y en particular a la telefonía móvil, es uno de los males de este siglo. La imposibilidad de apagar el aparato los fines de semana, de controlar el impulso de chequear un mensaje de texto (SMS) apenas suena la alarma son algunos de los rasgos característicos de quien abusa de estos aparatos. Un informe elaborado por dos investigadores canadienses, publicado en la revista Journal of the American Medical Association (JAMA), enumera los riesgos en el uso excesivo y advierte sobre las consecuencias negativas respecto del contacto exagerado entre el hombre y el celular.
Jamie Spiegelman y Allan Detsky, de la Universidad de Toronto, analizaron cómo las nuevas tecnologías han cambiado la vida de los humanos y cómo éstas pueden afectar a la salud y a la calidad de vida. Nadie sería capaz de negar las ventajas lógicas del avance en las comunicaciones. Sin embargo, los especialistas se preguntan entonces qué ocurre cuando el uso deja de ser funcional y empieza a inmiscuirse en lo cotidiano. En su artículo, analizan algunos de los problemas que puede provocar el fenómeno e incluso suponen seriamente que la agenda sanitaria debería ocuparse del tema.
Spielgman y Detsky encuentran que el abuso de los teléfonos celulares impide a muchas personas "mantener las fronteras entre su vida laboral y personal", ya que la conexión permanente los convierte en "esclavos". Y se explayan: "Con la comunicación instantánea, los individuos están trabajando más duro que nunca y hay encuestas que demuestran que los ejecutivos son cuatro veces más propensos a trabajar en sus vacaciones que un empleado llano". Y esa imposibilidad de alejarse de las obligaciones en momentos donde lo que debiera importar es la vida privada puede tener muchas consecuencias negativas: "Desde ausentismo laboral hasta baja productividad, elevados niveles de estrés o incapacidad para mantener relaciones con la familia, los amigos o disfrutar de las actividades de ocio".
Daniel López Rosetti, profesor de Psicofisiología de la Universidad Maimónides y presidente de la Sociedad Argentina de Medicina del Estrés, coincide con la visión de sus colegas canadienses. "Alguna vez he visto publicado el neologismo de tecnoestrés. Pero además hay otra variable: la adicción. Por definición, eso es, o una conducta o una sustancia que provoca placer y, pasado un límite, el sujeto pierde el control sobre ella y se convierte en adicción. Lo adictivo produce síndrome de abstinencia. No estar conectado permanentemente es un síntoma de muchos sujetos", explica. El neurólogo Alejandro Andersson tiene una opinión similar. "La tecnología genera una conducta adictiva, sobre todo cuando se debiera estar descansando y más cuando eso altera las horas de sueńo", enfatiza.
Justamente, Spielgman y Detsky sostienen que esta nueva era está cambiando la percepción del tiempo. "La necesidad de estar permanentemente disponibles hace que muchos se sientan inseguros cuando se ven separados del aparato". Y se preguntan qué grado de insanía hay en leer compulsivamente un SMS, si está bien hablar de trastorno y algo aún más sutil: "¿Cómo se puede medir el uso apropiado del celular?". Lo que saben, y por eso la alarma, es claro. "Esto puede tener diferentes consecuencias en el bienestar emocional".
Y casi que suplican: "Es momento de establecer la importancia de estar desconectados".
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